Los 6 tipos de empresas de Peter Lynch

Existen una infinidad de métodos de clasificación de empresas. Desde su ámbito geográfico hasta su sector, muchos analistas se esmeran por etiquetar cuidadosamente a cada firma en uno u otro lugar, muchas veces para crear un paquete y decir que "este grupo de acciones está sobrevalorado" o que "este conjunto son las mayores promesas del mercado". Es decir, que para ahorrar tiempo en sus declaraciones casi rituales se agrupa a ciertas empresas según convenga y se lanza una opinión al respecto. No digo que todos los criterios sean malos, pero son una herramienta que en las manos equivocadas puede ser peligrosa. Y en la bolsa, cualquier par de manos es un peligro.

Peter Lynch, uno de los mejores inversores de todos los tiempos, tenía su propio método para clasificar compañías en seis grupos distintos. No obstante, mostraba más cuidado que otros profesionales al atribuir una narrativa a cada empresa y esto no estaba motivado únicamente por si previamente la había metido en tal o cual saco.




El primero de estos grupos son las empresas de bajo crecimiento. Son aquellas que ya han copado el mercado y han adquirido un gran tamaño. No disponen de muchas alternativas hacia las que dirigir el flujo de caja que generan, así que lo dedican a retribuir al accionista en forma de dividendos. Crecen muy poco.

En segundo lugar, encontramos a las empresas estables. En cierto modo se parecen bastante a las primeras, aunque su ritmo de expansión es algo mayor. Se caracterizan, sobre todo, por una volatilidad mucho más contenida que la de otros valores.

Tercero, compañías de alto crecimiento. Son organizaciones jóvenes y dinámicas que no necesariamente operan en sectores igualmente jóvenes. Simplemente son empresas con una manera distinta de operar a las que les queda un gran recorrido por delante. Normalmente reinvierten sus beneficios en su propio crecimiento.

El cuarto epígrafe corresponde a los valores cíclicos. Son aquellos que se mueven al compás del ciclo macroeconómico, contrayéndose muy sensiblemente en momentos de recesión y expandiéndose en momentos de crecimiento. No obstante, esto no significa que su rendimiento siga a la perfección este patrón o que no se pueda mover de otra manera.

Las empresas de activo oculto son la quinta posibilidad. Como indica su nombre, en este grupo entran empresas cuyo balance se ve "perjudicado" por los principios de contabilidad generalmente aceptados (GAAP para los angloparlantes). Sería el ejemplo de una empresa dedicada a la compra de coches de época para revenderlos posteriormente a un precio mayor debido a su categoría de antigüedades. En teoría, estos activos pierden valor con el tiempo. En realidad, ocurre lo contrario.

Finalmente, encontramos a las recuperables. Es decir, aquellas dejadas de lado y abandonadas a su suerte, siendo esta una quiebra inminente. No obstante, son recuperables si existe algún golpe de timón que haga que su operativa empiece a aportar valor y le salve de desaparecer.

Como conclusión, considero que la clasificación que usa Peter Lynch es útil... hasta cierto punto. Ahí va un ejemplo: las empresas aseguradoras son viejas, normalmente ya tienen su mercado definido y copado y lo que tratan de hacer es quitarse clientes unas a otras. Es decir, estarían clasificadas como un valor estable o incluso de bajo crecimiento. Ahora bien, si aparece un nuevo riesgo, como puede ser una pandemia, ¿las aseguradores siguen siendo lo que eran? Hasta cierto punto sí, puesto que el grueso de su actividad no ha cambiado, pero un nuevo riesgo implica un nuevo mercado para el que se necesita un nuevo producto. Si se trata de algo con un tamaño lo suficientemente grande, puede influir en los resultados globales de las empresas, que ya no serán ni una cosa ni la opuesta. Por eso, tratar de resumir con dos o tres palabras la actividad de una organización que puede llegar a ingresar miles de millones anualmente me parece cerrar las puertas a un entendimiento más rico y completo de la realidad.

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