La Tasa Tobin es una pésima idea

Hace unos días, el hemicirco (no es una errata) repudió las enmiendas a la totalidad presentadas por el Partido Popular, Vox y Ciudadanos para frenar el proyecto de ley que definirá la Tasa Tobin (o Impuesto sobre las Transacciones Financieras). La ministra de Hacienda se escudó en las razones más cacareadas hasta la fecha: contribución justa a los ingresos públicos por parte del sistema financiero, frenar la especulación, etc.

Realmente, la razón para implantar este impuesto no tiene nada que ver con la "justicia social", sino con seguir trasquilando los bolsillos de los contribuyentes para sufragar el creciente gasto público en España (22 ministerios no se mantienen solitos). En este artículo vamos a desmontar las razones de pega que sacan sus defensores para demostrar que la implantación de este impuesto es totalmente desacertada.


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Para exponer el argumentario a favor de la Tasa Tobin no sería demasiado honesto personificarlo en las declaraciones de la ministra Montero. Así que vamos a tomar un artículo de ATTAC en el que se repasa muy someramente la historia del impuesto. Vergüenza ajena aparte con términos como "dictadura de los mercados financieros", los señores de ATTAC, que llevan defendiendo este impuesto desde 1998, se basan en dos pilares: primero, frenar la especulación; segundo, obtener recaudación. Es decir, que si la creación de la Tasa Tobin se revelase estéril para contribuir a estas dos cuestiones, es de imaginar que sus defensores cambiarían de parecer. Claro que es mucho imaginar, porque cuando alguien piensa de entrada que los mercados financieros son una "dictadura" no hay razonamiento que quite esa venda. Aun así, vamos a ver por qué la Tasa Tobin no frenaría la especulación ni tendría un gran efecto recaudatorio.

Como ya vimos hace tiempo, la especulación no es mala por sí misma. Pero, dejando esto a un lado, supongamos que es deseable evitar absolutamente toda la especulación. Una réplica inmediata es que existen derivados financieros que pueden replicar y amplificar el movimiento de los precios de los activos subyacentes, por lo que la Tasa Tobin no serviría de nada. Pero el artículo se quedaría demasiado corto, así que podemos buscar otras razones. Por ejemplo, que si el especulador observa una ganancia potencial del, digamos, 20%, una tasa adicional del 0,2% no le va a frenar en sus operaciones. Al contrario, las únicas operaciones cortoplacistas que frenaría serían aquellas realizadas con un margen muy reducido, que son precisamente las que mantienen la estabilidad en los mercados financieros. Si estas transacciones se eliminan, las oscilaciones de los precios podrían ser mayores.

Más grave es, sin embargo, considerar que las arcas del erario público se van a llenar mínimamente con la aplicación de cualquier impuesto sobre las transacciones financieras. A raíz del comienzo de su debate en la Unión Europea, la Comisión Europea estimó unos ingresos potenciales de 35.000 millones de euros al año. Esta cifra se recortó un 90% hace apenas un año. En Francia recaudó 947 millones de euros en 2016... ¡un 0,04% del PIB! En España la ministra Montero espera recaudar 850 millones, es decir, casi el 0,07% del PIB. Ni aunque se cumpliera dicha estimación serviría de mucho. Por lo tanto, ¿por qué se persigue con tanto ahínco un impuesto con una recaudación tan irrisoria?

Pero no ocurre únicamente que la Tasa Tobin no tenga los efectos positivos que se esperan de ella, sino que además ocasiona perjuicios que aquellos que la respaldan ni siquiera se molestan en calibrar. Probablemente el mayor sea la pérdida de liquidez: si la actividad especulativa con márgenes estrechos y a corto plazo desaparece, ¿a quién le compro o le vendo una acción que me interese comprar o vender? Sería mucho más difícil cerrar transacciones sin la actividad de esos malvados especuladores. ¿Por qué creen que no se aplica esta Tasa Tobin a la emisión de deuda pública? Con los argumentos que se esgrimen para su puesta en marcha en el mercado de acciones también se podría trasladar a la emisión de bonos del Tesoro. Pero, qué curioso, a ninguno de estos justicieros se le ha ocurrido tal cosa. Porque, si se reduce la liquidez de los títulos de deuda pública, menos inversores acudirán a la emisión de esos títulos. Y si menos inversores acuden, el coste de esos títulos (el tipo de interés que el gobierno tendrá que pagar) será mayor. Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago.

En definitiva, la Tasa Tobin es inútil para los objetivos que persiguen sus defensores y existe evidencia empírica al respecto. Su instalación responde puramente a motivos ideológicos y no a criterios técnicos. No es sino otro desastre más de este gobierno.

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