La izquierda se equivoca con la desigualdad

Por Daniel García.

Una de las cuestiones a las que la izquierda otorga más importancia es la lucha contra la desigualdad. Desde el PSOE hasta cualquier marxista habla de la desigualdad como uno de los grandes retos de nuestro país. Sin embargo, sus medidas para hacer frente a este problema se basan en introducir nuevas figuras impositivas para los ricos y subsidios para los pobres o, en el caso de los comunistas más ortodoxos, de destruir el sistema.

Puesto que los marxistas están huérfanos económicamente (hace ya mucho que se escribió El Capital y tanto las críticas teóricas como las experiencias económicas no han dejado en muy buen lugar a sus postulados), también suelen aceptar estas peticiones impositivas de la izquierda no revolucionaria. No obstante, son los únicos que se podrían librar de la crítica de este artículo.

Y es que lo que la izquierda en general acostumbra a hacer es mantener una perspectiva sesgada e interesada sobre la desigualdad. Para ellos, solamente existe la desigualdad después de transferencias e impuestos. Solo se puede reducir esa desigualdad y solo ha de hacerse mediante más transferencias e impuestos.





En realidad, lo que cualquier personaje público medianamente honesto debería hacer sería dar más atención al dato antes de transferencias e impuestos. ¿Por qué a esta, si la "definitiva" es la otra? Sencillamente, porque si lo que se busca es acabar con la desigualdad, se querrá atajar el problema de raíz. Por otro lado, si lo que se busca es conseguir una excusa para manejar un presupuesto público creciente al antojo de una camarilla de políticos, hasta ahora vamos bien.

Otro punto interesante en este debate es el de las rentas del trabajo frente a las rentas del capital. Es algo que enlaza perfectamente con la visión de la izquierda acerca de los impuestos y la desigualdad. En su narrativa, no es extraño que aparezca la famosa idea de que "los empresarios roban a los trabajadores" o "el capital es el enemigo de los obreros". A pesar de que los marxistas están huérfanos desde hace mucho tiempo, han conseguido instalar algunos posos de su teoría de la explotación en la conciencia colectiva.

Así pues, se suele unir estas dos ideas. Cada vez somos más desiguales porque el capital crece desmedidamente y la única manera de pararlo es manteniendo unas figuras impositivas crecientes sobre este factor y dirigiendo rentas estatales a los desposeídos. Pero hay otra manera. Y es lo que dice uno de los economistas de la izquierda: Branko Milanović.

Precisamente su solución pasa por lo que él llama "capitalismo popular", que no es más que hacer partícipes a los trabajadores de las rentas del capital, remunerándolos con acciones de su propia compañía y fomentando que se conviertan en copropietarios de otras empresas. Hoy en día prácticamente cualquier trabajador puede convertirse en accionista de una multinacional y, por ende, recibir esas inmensas rentas que están agrandando la brecha entre ricos y pobres.

Sin embargo, nunca hemos visto a políticos del PSOE o de Podemos llamando a quienes dicen defender a proceder de esta manera. Ni siquiera les hemos visto impulsando la creación de empresas controladas por sus propios trabajadores, como las cooperativas (y eso a pesar de tener en España probablemente el mayor referente mundial, como es Mondragón).

Si la izquierda no marxista (como ya digo, esta crítica no es aplicable para estos últimos) se preocupase verdaderamente por la desigualdad, buscarían solventarla de la mejor manera posible, aunque eso significase renunciar a tener a millones de ciudadanos comiendo de su mano.

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